lunes, 3 de diciembre de 2007

De desesperanza y sueños rotos ...

En una cálida mañana de febrero de 2005.

Para ti:

Soñador que una mañana de invierno descubriste la magia de la vida, cuando todo a tú alrededor se detuvo al caer la primera gota de lluvia en tu mejilla, te escribo para prolongar la existencia del viento norte que nos trae la dicha de la armonía.

Mi corazón habla y te llama, diciendo que por favor lo escuches, pido unos minutos, sólo un par de minutos, aunque con la luz del amanecer y el beneplácito de una existencia serena, éstos se pueden transformar en horas y tal vez si eres capaz de penetrar en la mágica vibración de las campanas, aquellos minutos queden guardados por el resto de la existencia.

Mi corazón – te asombra que yo hable de mi corazón, ¿verdad? –, mi corazón estaba a punto de partirse en pedazos. A mis labios acudieron unas palabras trémulas…”(1)

“De desesperanza
y sueños rotos en cada luna.
Tu tan bella y triste
como de costumbre,
llamabas a mi puerta
para susurrarme al oído
tu nuevo amor y mi nueva agonía,
la cual yo sólo compartía con el silencio.
Invoque a dioses,
ángeles y otros seres de luz
que me diera tu corazón,
tu sexo
y tu risa,
pero mis oraciones
son diluidas por el sol
y su envidia”.


Me despido y agradezco la complicidad de oír estos sonidos, ella late en cada espacio de esperanza, gozo y amor. Te deseo que toda la bondad del mundo llegue a tu hogar y la bendición suprema traducida en la misericordia divina penetre y se quede para siempre en vuestra vida.


(1) Extracto de Nudo de Víboras, Francois Mauriac.

2 comentarios:

nada dijo...

hola
que lindoooooooooo!!!

J. dijo...

Gabriela, gracias por tus palabras.

Saludos